No puedo imaginar mi vida sin el deporte. Empecé a practicar gimnasia cuando tenía tres años de edad. Y nunca he pasado una semana sin hacer deporte. De modo que, cuando me rompí la espalda, solo tenía que encontrar un nuevo deporte que encajara conmigo.
Empecé a jugar al baloncesto en el centro de rehabilitación, allí es donde me trataron después de la lesión. El baloncesto realmente para mí fue amor a la primera jugada.
Con el equipo nacional tenemos una mezcla de jugadoras nuevas muy jóvenes y otras más experimentadas, lo cual hace que sea muy interesante. Me encanta verlas mejorar cada día y creo que como equipo todavía no hemos alcanzado nuestro tope.