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Conquistando el Kilimanjaro para conseguir agua potable

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Sobre el autor

Mi nombre es Spencer West. Como conferenciante y co-patrocinador del WE Day, he participado como ponente en unos 60 WE Days alrededor de Canadá, Estados Unidos y Reino Unido. He hablado ante mentes ilustres y artistas como el primer ministro de Canadá Justin Trudeau, el príncipe Harry, el anterior vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore, Mia Farrow, Martin Luther King III, Jennifer Hudson y Natalie Portman, por nombrar algunos.

La lección de la vida que he aprendido de mi viaje personal transmite la importancia de afrontar los propios retos. Creo que mis palabras han alcanzado y conmovido a millones de oyentes por todo el mundo, incluyendo empresas, estudiantes, educadores, organizaciones religiosas y familias.

sobre spencer west

Si me hubieran dicho cuando era pequeño, que debido a una enfermedad genética no iba a tener piernas a partir de la pelvis, y que iba a escalar la montaña más alta de África, el Kilimanjaro, con mis manos y mi silla de ruedas hubiera dicho: “Imposible”. Pero hace cuatro años lo hice con mis dos mejores amigos, David y Alex. Y no sólo la escalamos, sino que por el camino recaudamos medio millón de dólares para conseguir agua potable. Y os preguntaréis, ¿cómo surgió todo esto?

Buscando la mejor adaptación

La mayoría de gente piensa que el hecho de no tener piernas, o incluso escalar el Kilimanjaro sería el reto más grande que puedes afrontar en la vida. No es verdad. Mi mayor reto era encontrar un trabajo en el que no sólo me pagaran bien, sino que contribuyera a hacer del mundo un lugar mejor.

Después de años trabajando en una empresa americana, un buen amigo me invitó a ir de voluntario a Kenia a través de una organización llamada WE.org, un movimiento que motiva a la gente a cambiar el mundo. Acepté su oferta, y menos mal que lo hice, porque ese viaje cambió mi vida. Cliché, lo sé, pero es verdad. En ese viaje me enamoré de Kenia, encontré mi pasión por el trabajo de desarrollo y me atrajo mucho la idea de convertirme en orador motivacional. Meses después del viaje volví a casa y abandoné mi puesto de trabajo, hice las maletas y me mudé a Toronto, Canadá, para trabajar en WE como embajador y orador motivacional.

kilimanjaro silla de ruedas

En WE, utilicé mi historia y mis experiencias para motivar a otras personas a hacer el mismo tipo de cambios en sus vidas y a luchar por aquello que les importaba. A pesar de todo, llegué a un punto de mi vida en el que me sentía culpable al lanzar mi mensaje: “Deberíais marcar la diferencia sobre las cosas que os importan”. Me di cuenta de que simplemente hablaba de ello, sin realmente haberlo hecho yo mismo.

Redefiniendo lo posible

Hace cuatro años, con la ayuda de mis amigos y WE, creamos una campaña llamada “Redefine Possible”. Nuestra meta era escalar el Kilimanjaro y recaudar medio millón de dólares con ello para ir al este de África.

En ese tiempo, África estaba sufriendo una de las sequías más largas que se habían visto en los últimos 60 años. Gracias a Sunrise Medical y Quickie, que se pusieron en contacto conmigo ofreciéndome una silla con un diseño especial para ayudarme a conquistar mi ascenso a la montaña en junio de 2012.

Mi esperanza era poder hacer la mitad del camino con mis manos y la otra mitad con mi silla, pero cuando llegamos al Kilimanjaro tuve claro que tendría que confiar mucho en mis manos. Mis dos colegas, Alex y Dave, me proporcionaron un increíble apoyo durante el viaje, al mismo tiempo que, literalmente, me llevaron o empujaron mi silla cuando el terreno lo permitía. Fueron también mis animadores personales, ofreciéndome palabras de coraje cuando mis fuerzas flaqueaban.

Sin embargo, el día que llegábamos a la cima, los roles se invirtieron. Sobre los 18.000 pies, mis dos amigos experimentaron el mal de altura y contemplé como mi sistema de apoyo se desmoronaba ante mí. Fui uno de los pocos que no padeció el efecto en algún momento.

monte kilimanjaro spencer west

Sinceramente, fue la primera vez en mi vida que deseé tener piernas, para poder apoyar físicamente a mis amigos, tal y como ellos lo habían hecho conmigo. Pero no tengo piernas, entonces hice lo que mis padres me enseñaron y me centré en las cosas que sí puedo hacer. Alex y Dave habían estado diciéndome, “Es verdaderamente inspirador verte caminar”. Así que pensé que si eso era todo lo que podía hacer, entonces podía hacerlo con mi mejor habilidad.

Una mano después de la otra, un pie después del otro caminábamos, haciendo descansos muy frecuentemente para que mis amigos recuperaran el equilibrio porque estaban muy mareados. ¡Lentos pero seguros, llegamos a la cima! Lloramos de alegría mientras lo celebrábamos, no solo por haber llegado a la cima, sino porque habíamos sobrepasado nuestro objetivo y podríamos proporcionar agua potable a 12.500 personas en Kenia.

A pesar de estar extremadamente orgulloso de lo que hice, y poder decir que he inspirado a otros con nuestra escalada, mi meta nunca fue ser una inspiración. Quiero ser un ejemplo para otros y mostrarles que a pesar de lo que eres, o de dónde vienes, todos tenemos la habilidad y responsabilidad de echar una mano a cualquiera que lo necesite.