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La autonomía y la independencia son valores inherentes a las personas reconocidos, entre otros, por la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad o por la Ley 39/2006 sobre la Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia.
¿Cuál es el motivo de este reconocimiento? Disponer de autonomía es fundamental para que cualquier persona tenga una vida plena y satisfactoria. Pero la autonomía "real" va más allá de aprender a realizar actividades cotidianas como vestirnos, ducharnos, desplazarnos o hacer la compra. La autonomía personal también se relaciona con la posibilidad de entablar relaciones con otras personas, desenvolverse en la sociedad y tomar decisiones de manera independiente.
La pregunta es: ¿cómo podemos fomentar la autonomía de las personas con discapacidad física? ¿Qué consejos o actividades para mejorar la autonomía personal podemos realizar como familiares o como amigos?
Autonomía y discapacidad: retos en el día a día
Buscar y fomentar la independencia de las personas con discapacidad es una cuestión de derechos humanos. Del mismo modo, potenciar la autonomía de las personas con discapacidad es básico para mejorar su calidad de vida y aumentar su autoestima. Y es que una discapacidad afecta a todas las esferas de la vida, tanto a la familiar como a la laboral o a la social, y nos enfrenta a retos diarios en todos estos ámbitos.
Por este motivo, potenciar la autonomía de las personas con discapacidad no siempre es fácil. En primer lugar, porque aunque las personas de este colectivo pueden conseguir cualquier cosa que se propongan, deben ser conscientes de que, para hacerlo, pueden necesitar la ayuda y el apoyo de terceros o invertir más esfuerzos y tiempo para lograr sus objetivos.
En este camino, contar con el apoyo de amigos y familiares es fundamental. También disponer de asesoramiento profesional y conocer la experiencia de otras personas que viven o han vivido una situación similar. De hecho, muchas asociaciones disponen de grupos específicos abiertos donde personas con diferentes discapacidades comparten sus vivencias y ofrecen consejos para conseguir una mayor autonomía social y personal. En algunos de estos grupos se realizan sesiones de «role-playing», una actividad de cambio de roles que permite a los participantes ponerse en situaciones que todavía no han vivido con el objetivo de valorar cuál sería su reacción o qué decisiones tomarían en ese momento.
En este sentido, anticiparse a la situación y disponer de los recursos o sistemas de apoyo adecuados puede ser clave para aumentar la autonomía de las personas con discapacidad. Esta anticipación es especialmente importante al realizar tareas cotidianas como organizar la casa, limpiar o cocinar. Si las personas con discapacidad valoran de manera objetiva qué ayudas necesitan en cada momento, pueden aumentar su autoestima y su seguridad.
Por otra parte, la relación entre autonomía y dependencia a veces está condicionada por un tercer elemento: la autoestima. El motivo es que cuando se enfrentan a retos de su vida diaria, las personas con discapacidad saben que no sólo su cuerpo realizará un trabajo extra. También su mente y su estado de ánimo deben estar en forma para superarse y vivir con la mayor "normalidad" posible.
De hecho, la actitud del entorno, además de la de la propia persona con discapacidad, es muy importante. Según los expertos, nunca se debe aislar ni sobreproteger a una persona con discapacidad física para ayudarle a romper las barreras sociales y mejorar sus actitudes comunicativas. Ofrecerle ayuda es importante siempre que la persona con discapacidad así lo solicite. Sin embargo, realizar sus tareas para que no tenga que enfrentarse a ello es un error grave que puede mermar su autoestima y que contribuye a potenciar falsos estereotipos que asocian la discapacidad con la incapacidad o la lástima en lugar de con la diversidad.
Consejos para potenciar la autonomía de las personas con discapacidad
La vida independiente y la mayor autonomía personal de las personas con discapacidad implica que éstas tengan libertad para realizar acciones y tomar decisiones, y que reciban apoyo de su entorno en los retos de su día a día. Las personas más autónomas tienen mayor autoestima y capacidad de comunicación, y se integran mejor en la sociedad, sintiéndose más aceptados e incluidos.
Pero, ¿cuál es nuestro papel como amigos o familiares? ¿Qué podemos hacer para que las personas con discapacidad sean realmente autónomas?
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Facilitar el uso de ayudas técnicas
Las ayudas técnicas favorecen la autonomía de las personas con discapacidad física o en situación de dependencia. Gracias a ellas pueden realizar actividades diarias como vestirse, asearse o ir al trabajo.
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Ayudar a encontrar trabajo
Cuando una persona con discapacidad tiene trabajo se siente parte activa de la sociedad y de su comunidad, y tiene recursos para ser independiente y autónoma también a nivel financiero.
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Fomentar su participación en actividades de voluntariado y deportivas
Ayudar a otros a través de programas de voluntariado permite a las personas con discapacidad socializar, construir amistades y, en definitiva, aumentar su autonomía. Lo mismo ocurre con el deporte. De ahí que muchas personas con discapacidad física encuentren en los deportes de equipo una actividad saludable para su cuerpo y motivadora para su mente.
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Fomentar su independencia física
Algunas acciones básicas como acostarse, levantarse o asearse son importantes para desarrollar la independencia de una persona con discapacidad y forman parte de su intimidad, por lo que las personas se sienten cómodas y útiles realizándolas. Otra forma de fomentar la independencia física y la autonomía de las personas de este colectivo es darles la opción de asumir responsabilidades domésticas como cocinar, hacer la cama, planchar, limpiar, etc.
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Proporcionar apoyo, no control
Cuando una persona con discapacidad física tiene una red de apoyo confiable que incluye a amigos, compañeros y familia, su sentido de independencia aumenta. Sin embargo, es vital distinguir entre dar apoyo a una persona con discapacidad y controlar lo que hace: en el primer caso contribuimos a mejorar su autonomía personal y su independencia, pero, el segundo, implica restricciones. En este caso, cuidar el lenguaje es fundamental, ya que no es lo mismo decirle a una persona lo que tiene que hacer, que darle las opciones para hacer aquello para lo que se siente capacitado, le motiva o le supone un reto a superar.
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Crear una red de confianza y formar parte de ella
La mejora de la autoestima y la autonomía de las personas con discapacidad física se asocia a la posibilidad de involucrar a amigos, familia o vecinos en su día a día. Disponer de diferentes grupos mejorará su sensación de independencia y le ayudará a socializar. También es importante que las personas con discapacidad tengan seguridad para tomar decisiones sobre su vida o sobre qué actividades quieren realizar en su tiempo libre (viajar, hacer deporte, visitar restaurantes, hacer excursiones, etc.).