Nací tras una gestación de seis meses con el diagnóstico de artrogriposis. Los primeros cinco años de mi vida viví básicamente en el hospital, operación tras operación. A los seis años de edad, empecé a nadar como parte de un programa de rehabilitación y descubrí que muchas personas con discapacidades practicaban deportes adaptados.
Cuando tenía 13 años, empecé a probar distintas disciplinas como baloncesto, tenis de mesa, natación, hasta la edad de 18 años, cuando probé la halterofilia por primera vez. Me invitaron a la primera competición nacional un mes después y durante esa primera competición batí un récord nacional. Tiempo después viajé a EE. UU. a mis primeras competiciones internacionales y gané la medalla de oro. En ese momento supe que la halterofilia era mi deporte y ¡ya nunca miré atrás!