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Cuando se estudia el expediente de un nuevo paciente, es común que una de las primeras preguntas que se hace el equipo de evaluación sea, “¿Necesitará el paciente una silla de ruedas manual o una eléctrica?” Dependiendo de numerosos factores como la edad y el diagnóstico, determinar una solución de movilidad adecuada antes de ver al paciente en persona por primera vez puede parecer sencillo. Aun así, determinar si la silla ha de ser manual o eléctrica no es tan sencillo cuando el individuo presenta diagnósticos como un desorden del desarrollo, discapacidad cognitiva severa, discapacidad mental, etc., al margen de su discapacidad motora. En estos casos, el equipo tendrá que hacerse la siguiente pregunta, “Con los componentes, ajustes y formación adecuados, ¿Tiene el paciente el potencial de tener movilidad independiente o es más apropiada la opción de un dispositivo de movilidad dependiente?”
Este artículo está dividido en dos partes: la primera se centrará en identificar cuándo es apropiado un dispositivo de ayuda a la movilidad y en la segunda veremos algunos consejos para seleccionar la opción de movilidad más adecuada.
Identificar las necesidades
Las dificultades de movilidad en niños, adolescentes y adultos pueden ir de moderadas a severas, y a veces la Tecnología de Rehabilitación Compleja (CRT por sus siglas en inglés) tradicional es “demasiado” complicada para el paciente y/o sus cuidadores. Un modo de reducir las opciones es comenzar con una valoración o análisis de la marcha. Esto proporcionará un punto de partida para la discusión sobre la recomendación de la base de movilidad adecuada. La escala de evaluación de la capacidad de marcha (Functional Ambulation Category, FAC) es una herramienta que los terapeutas pueden usar para determinar qué estilo de base es necesario.
La escala de evaluación de la capacidad de marcha (FAC) puntúa a los pacientes en 6 niveles:
- Pacientes que no pueden caminar o necesitan la ayuda de dos o más personas para desplazarse.
- Pacientes que necesitan un soporte firme continuo de una persona que les ayude a llevar su peso y equilibrio.
- Pacientes que necesitan soporte continuo o intermitente de una persona para ayudarles con el equilibrio y la coordinación.
- Pacientes que necesitan de supervisión verbal o de una persona que ayude de forma presencial, pero sin contacto físico.
- Pacientes que pueden caminar de forma independiente en un suelo uniforme, pero necesitan ayuda para subir escaleras o en superficies no uniformes.
- Pacientes que pueden caminar de forma independiente en cualquier superficie.
Cuando un paciente puntúa con un 0 o un 1, la opción más lógica es la silla de ruedas. Cuando un paciente puntúa con un 4 o un 5, es más improbable que tenga que hacer uso de una silla de ruedas. Aun así, en muchas ocasiones, cuando el individuo puntúa dentro de las categorías 2 y 3, la decisión de optar por una silla de ruedas no está tan clara. Por ejemplo:
- Un adolecente con síndrome de Angelman que es capaz de caminar de vez en cuando por casa, pero necesita de asistencia de un cuidador para salir de casa con seguridad y estabilidad.
- Un cliente diagnosticado con parálisis cerebral y que se encuentra dentro del espectro del autismo con problemas de comportamiento significativos y que requiere de supervisión constante por parte de un cuidador para su movilidad en el colegio y en la comunidad.
- Un niño que es capaz de caminar al comienzo del día, pero que se cansa hasta el punto de que no puede continuar andando ni utilizar ningún tipo de dispositivo de movilidad independiente durante la tarde o noche.
- Un individuo que sufre ataques que hacen que la ambulación o la movilidad independiente en silla de ruedas no sea posible.
- Hay ocasiones en las que el niño necesita una base de movilidad dependiente, pero no excesiva ayuda para sentarse y posicionarse.
- El niño que tiene necesidades de asiento moderadas en una base de movilidad dependiente, pero su familia no es capaz de transportarle en silla de ruedas.
- La familia que NO quiere que el niño use una silla de ruedas incluso cuando el niño es totalmente dependiente en todos los tipos de movilidad.
Todos estos escenarios pueden hacer que el equipo de profesionales que evalúan la situación decida que es apropiado el uso de algún dispositivo de ayuda a la movilidad, lo que quiere decir que el siguiente paso es determinar cuál es el más adecuado. Las principales opciones de bases de movilidad dependientes son: las sillas de paseos posturales o sillas PCI, las sillas de ruedas de transporte y sillas de ruedas manuales (ya sean basculantes o estándar). En la segunda parte de este artículo sobre los dispositivos de movilidad dependiente, mi compañera entrará en detalle sobre cada una de estas categorías.
Leer la Parte 2 de este artículo: Analizando las Opciones