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La importancia de una alimentación saludable cuando la actividad física es mínima

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Ya lo dice el refrán: somos lo que comemos. Por eso, los expertos coinciden en la necesidad de cuidar la alimentación para mantenernos en buenas condiciones de salud, tanto física como psicológica.

Esta premisa es válida para todo el mundo, independientemente de su edad, y es especialmente relevante en personas con enfermedades crónicas como diabetes, problemas cardiovasculares, hipertensión o colesterol.

Alimentación y discapacidad

Llevar una alimentación saludable es muy importante para las personas con discapacidad, quienes deben adaptar su dieta a su situación y, en muchas ocasiones, a su medicación.

Según algunos estudios, las personas con discapacidad son más propensas a la obesidad. En muchos casos, el motivo es la falta de ejercicio físico y el sedentarismo. En otros (especialmente en personas con discapacidad intelectual), el sobrepeso se relaciona con factores genéticos y con una disminución del índice metabólico en reposo, de ahí la necesidad de cuidar más la dieta. Además, las personas en silla de ruedas o con problemas de movilidad tienen que cuidar mucho su peso para sentirse ágiles y estar activas.

Por otra parte, si la discapacidad de una persona le provoca problemas para masticar o para tragar, también será necesario ajustar su dieta.

En cualquier caso, los alimentos siempre deben adaptarse a la actividad física de cada persona. Pero ¿qué ocurre cuando alguien apenas consume calorías?

Alimentación saludable y mantenimiento físico en tiempos de coronavirus

Alimentación saludable y ejercicio van de la mano para llevar una vida sana. Sin embargo, para algunas personas con discapacidad es complicado estar activos físicamente por una cuestión de capacidad o de recursos, y no es raro que los miembros de este colectivo tengan rutinas sedentarias. De hecho, las personas con discapacidades pueden encontrar más dificultades para comer de forma saludable, controlar su peso y mantenerse activas.

Por otra parte, el coronavirus y el confinamiento han provocado que un gran número de personas con discapacidad, algunos considerados población de riesgo por sus patologías asociadas, hayan reducido su actividad física de forma drástica.

Por supuesto, la crisis del COVID-19 no debe ser una excusa para descuidar lo que comemos. Más bien, en situaciones como esta nuestra principal obligación debe ser cuidarnos y cuidar de los nuestros, y eso incluye equilibrar la ingesta de alimentos en cantidad y calidad acorde a un menor consumo de calorías.

Esto no es algo exclusivo de las personas con discapacidad: en una época de incertidumbre como la que hemos vivido, nuestros mecanismos de defensa se disparan, y esto puede afectar a nuestros niveles de ansiedad e incluso a cómo metabolizamos los nutrientes.

Consejos para una alimentación saludable

La falta de actividad física es más habitual de lo que creemos en las personas con discapacidad y se ha agudizado debido al coronavirus, de ahí que debamos suplir su ausencia siguiendo algunos consejos alimentarios básicos.

La clave es llevar una alimentación ligera, equilibrada, sabrosa y saciante, apostando por alimentos fáciles de digerir y bien condimentados que aporten los nutrientes necesarios para prevenir los efectos del sedentarismo, entre ellos el aumento de peso.

Es fundamental priorizar los alimentos frescos frente a los procesados, pero, sobre todo, frente a los ultra procesados. Cuánto más fresco es un alimento, mejor conserva sus componentes. Los alimentos frescos son frutas, verduras, hortalizas, huevos, carnes o pescados, y no pueden faltar en tu dieta.

Cuando realizamos una actividad física mínima, el consumo de alimentos debe organizarse de la siguiente forma:

  • Consumo abundante de productos frescos, como pescados blancos y azules, carnes blancas (pollo y pavo), lácteos, queso fresco, hortalizas y verduras (tanto frescas como en conserva).
  • Consumo moderado de legumbres, arroz, patatas, pasta, frutas o pan.
  • Consumo escaso de carnes rojas, frutos secos, aceites o jamón.
  • Consumo ocasional de grasas, embutidos, queso curado, fritura, alcohol, chocolate o bollería.

Otros consejos prácticos para llevar una alimentación saludable son:

  • Planifica tu compra. Si haces poco ejercicio por la situación excepcional del coronavirus o por otra circunstancia, planifica la compra para organizar un menú semanal variado.
  • Cuida las raciones. Con actividad física baja tu cuerpo necesita menos nutrientes. Lo normal es que comas menos cantidad, aunque la suficiente para cubrir tus necesidades.
  • Reduce el uso de sal.
  • Apuesta por formas de cocinado saludables (la cocción y la cocina al vapor son las formas más sanas, y la fritura la menos).
  • Sigue unos hábitos nutricionales y un horario para tus comidas.
  • Bebe mucha agua.
  • Reduce el consumo de alcohol y de bebidas gaseosas.
  • Mastica despacio.

El coronavirus ha puesto sobre la mesa muchos debates, y uno de ellos es la necesidad de adaptar la alimentación a un confinamiento en la que la actividad física es mínima.

Además de estos consejos alimentarios, también te aconsejamos seguir ciertas rutinas de mantenimiento físico para que vuelvas a la normalidad con fuerzas renovadas.

Encuentra más consejos sobre vida activa y saludable y en nuestro blog.