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Reglamento del rugby en silla de ruedas
Aunque su nombre original (“murderball”) pueda llevar a equivocaciones, el rugby en silla de ruedas no es un deporte violento. Aun así, por ser uno de los deportes adaptados con más contacto, implica que hay una serie de cuestiones tácticas y de seguridad que los jugadores deben tener muy claras.
Que haya sillas de ruedas de ataque y de defensa es sólo una de las particularidades de este deporte que gana cada día más adeptos en nuestro país.
Una de las principales ventajas del rugby adaptado es que en él pueden participar cualquier persona con discapacidad, incluso aquellos que sufren lesiones severas que afectan a extremidades superiores e inferiores (lesiones medulares, parálisis cerebral, amputaciones o deformidades). Por ello, en todos los aspectos es un deporte muy integrador.
Quizás por esto el rugby en silla de ruedas, también llamado Quad Rugby, ha alcanzado un notable éxito desde que aterrizó en nuestro país en 2011, procedente de Canadá, en donde había nacido en los años setenta del siglo pasado. Cada vez tiene más visibilidad y cada vez son más las personas que hacen mención a los beneficios físicos y mentales de su práctica.
Adaptaciones del rugby a la silla de ruedas: campo, pelota y faltas
Las características propias del rugby tradicional (tipo de campo, melés, placajes) hacen que el rugby adaptado sea uno de los deportes que más adaptación requiere. Aún así, conserva gran parte de la esencia del juego original a la hora de pasar el balón, por ejemplo, o para hacer los cotizados ensayos cruzando la línea del equipo contrario.
Una de las adaptaciones clave del rugby en silla de ruedas es el campo. El Quad Rugby se juega en una cancha de baloncesto en la que se dibujan dos porterías en cada campo, generalmente marcándolas con dos conos.
Para marcar ensayo, es necesario cruzar la línea de fondo sujetando con fuerza el balón. Este es otro de los puntos clave de la adaptación del rugby: debido a que el rugby en silla de ruedas permite la participación de jugadores con lesiones severas se ha optado por elegir un balón redondo, similar al de voleibol, ya que el balón de rugby convencional, ovalado, es más difícil de sujetar.
Respecto a la duración de los tiempos, los partidos de rugby adaptado están divididos en cuartos de ocho minutos. El tiempo de posesión del balón por jugador es, a priori, indeterminado. Las jugadas por equipos no pueden superar los 40 segundos y cada jugador deberá botar el balón como mínimo cada diez segundos.
El objetivo de esta norma es hacer que el juego sea más dinámico. Por lo demás los jugadores pueden llevar la pelota en las piernas, rebotarlo o pasarlo, pero nunca hacia delante.
En el rugby en silla de ruedas se conmuta como falta el “campo atrás”, el contacto físico entre jugadores y los bloqueos por detrás.
Configuración de los equipos y tipos de sillas del rugby en silla de ruedas
Una de las curiosidades del rugby adaptado es la existencia de dos tipos de sillas: unas para atacar y otras para defender. Las sillas de ruedas de ataque tienen parachoques delanteros mientras que las segundas tienen un accesorio, también en la parte delantera, para impedir los ataques del equipo contrario.
En todo caso estos accesorios deben usarse siempre de frente, nunca por detrás, y están preparados para que no se queden enganchados entre sí. En el rugby en silla de ruedas el contacto con las sillas está permitido pero no entre los jugadores.
Los equipos de rugby adaptado pueden ser mixtos y, al igual que ocurre en el baloncesto en silla de ruedas, los jugadores son clasificados según su habilidad funcional de 0.5 a 3.5 siendo la puntuación más alta la correspondiente a una mayor funcionalidad. Los equipos, formados por un máximo de cuatro personas, nunca deben superar los ocho puntos en el campo.
A pesar de haber nacido en 1977 el rugby adaptado no pudo verse como deporte de exhibición hasta las Olimpiadas de Atlanta (1996) y no fue hasta Sidney (2000) cuando participó por primera vez como Deporte Paralímpico. La Federación Internacional de Rugby en Silla de Ruedas (IWRF) es quien regula la práctica de este deporte a nivel internacional.
En nuestro país hay tres equipos punteros en este deporte, que son los que mayor visibilidad están dando a este deporte: el Buc Wheelchair Rugby de Barcelona, el Los Toros FLM de Madrid y el CAI Zaragoza.